Una de las etapas que no viví en su momento, por ser demasiado peque. Ahora que soy niña grande y que puedo entrar a los clubes, antros o cómo se les de, su chingada gana llamarlos. Parte de esos sueños que están en mi enferma alma y en la del resto del cuarteto de la muerte, se están cumpliendo.
Junto con Sandra, hace ya siete años, prometí ir a verlo cada que viniera, por x, y o w motivo, nada más no se podía… Pero desde el año pasado, lo hemos visto tres veces, dos en el Root’s Magic Club y una en el centro Banamex.
Podrá estar sobre valorado, podrá ser asquerosamente mainstream, pero cambió mi vida para siempre. Fue la puerta de entrada a todo lo que conozco ahora, no solo de música electrónica, si no de música en general.
A sus 34 años Paul, como un buen vino luce cada vez más guapo, si no me la creen vean nada más estas fotos cortesía de Sandy.


El siguiente Post, si les cuento de la fiesta.