Todos en algún momento conocemos a una o varias personas que sin saber como o por qué, nos ponen un estado alterado de conciencia. Tal vez sean las hormonas, otros más dicen que son memorias de vidas pasadas en las que se compartió mucho para bien o para mal. La relación con esos personajes, suele ser complicada, a veces los amas, a veces los odias, pero por algún motivo permanecen en tu vida.
Se quedan justo en la línea en la que se define lo «bueno de lo malo». Y suele pasar que también se quedan por mucho tiempo.
Sus costumbres son erráticas, y aparecen misteriosamente cuando más necesitas evadirte un poco de la realidad. No es que por sí mismos sean personajes dedicados en cuerpo y alma a cualquier vicio que se les ocurra. Es que simplemente aparecen con algo que es capaz de distraerte. Son de esas personas capaces de seducirte a que hagas cosas que en condiciones normales no harías. Es una de sus facultades.
¿Está bien? ¿Está mal? ¿Cómo saberlo? De repente levantan la mano para decir ¡Hey! Aquí estoy. Personajes de Opio. Que afortunadamente a veces nos encontramos en el camino para tomar un descanso antes de tomar un nuevo camino.