Hay rolas de transición, como lo explicaba alguna vez en este, su blog de confianza. Rolas que te acompañan en los putazos, en los que te hacen cambiar de forma de vida, en las decisiones escabrosas, y en los momentos en los que te gustaría decir… ya, ahí muere, yo aquí tiro la tuya.
Esas rolas, de alguna u otra forma regresan a tu vida, y la historia colectiva a través del remake, del remix, del rework. Hace unos días, les estaba diciendo como ante nuestros ojos AL FIN se acabó la era EDM en la que reinaba el yolo-escuincle, para dejar paso a nuevos talentos o para ver resurgir a otros.
Un amigo me mandó una nueva versión de Touch me de Fragma, pero con una voz que me ha enchinado la piel desde que la oí en 2001.
Entre el desmadre personal que tengo que me obliga a estar en hospitales, viendo a mucha gente que no la cuenta en cada visita a la sala de urgencias… entre recordar mi propia historia, en la que sin querer pasaron auténticos milagros médicos que me permiten escribir la sarta de mamadas que digo aquí todos los días.
Me quede pensando en cómo siempre necesitamos algo a qué asirse. Todos a veces pedimos un milagro, y la mejor forma de pedirlo es a través de algo que amemos de verdad, una oración, o en mi caso una rola, un rework que revive un clásico que conocí entre tinieblas literalmente hace 16 años.